Cuando el Barcelona se despertó aquella tarde después de una temporada intranquila, se encontró sobre la cancha convertido en un gran equipo. Había consumado su metamorfosis. Una de las más rápidas en la historia del baloncesto, la que le dio la Copa, su primer título desde la Supercopa de 2015. El primero de cierto peso desde la Liga Endesa en 2014. De paso, acabó con el dominio del Madrid en el torneo. A los blancos se les rompió el amor con la Copa. Su racha queda en cuatro seguidas.